Enfrentarse al miedo para vivir un final feliz

Parece que vuelvo por aquí tras un largo periodo de letargo.

Estoy sentada en mi cama, con el ordenador sobre las piernas, y pensando en cómo transmitir lo que estoy sintiendo.

Acabo de llegar casa en este día de lluvia y desbordamientos de ríos y carreteras inundadas

Pero… ¿sólo están desbordándose los ríos?

Se me antoja una comparación con lo que está sucediendo actualmente.

Para mi, bastante preocupante aunque está pasando medio desapercibido en una normalidad nada normal.

Hace un rato, sentada tomando un té con una buena amiga a la que admiro profundamente, veo en sus ojos la tristeza.

Algo la está sobrepasando. Sólo al preguntarle y que ella intente decirlo se le enjuagan los ojos. La puta mierda que que estamos viviendo.

Estamos en una jodida rueda de hámster, y quisiera sentir la expresión vulgar de mis palabras, pero no lo siento. Ni un ápice. Lo que de verdad siento es ver a personas válidas, con todo a su favor para disfrutar de la vida, ahogándose.

Ese miedo a lo que pueda pasar.

La costumbre de ponerse una tirita antes de tener la herida.

Lo veo cada día en el salón. Cuando entráis por la puerta y os sentáis a desahogaros sobre todas las medidas, noticias y demás mono tema en cuestión.

A mi no me molesta que os soltéis, lo que me duele es ver cómo os estáis apagando.

La falta de contacto, como ya he dicho muchas veces, porque aunque sea repetitivo es algo vital, os está matando.

Morir para seguir vivos.

Ese debería ser el eslogan.

No se trata de juzgar las medidas tomadas, no hay intención de apuntar y señalar con el dedo, y mucho menos de entrar en debates innecesarios sin punto final ni estado emocional inalterado. Se trata de una situación real que está llevándose por delante a muchas personas.

¿De qué sirve sobrevivir a un virus para morir en vida? No voy a ser yo quién diga que no se guarde precaución, lo hago cada día. Mascarilla, desinfección y no aglomeraciones.

Pero ¿no abrazos? Cada vez que tengo el lujo de poner una mano sobre cada cliente, de cambiarle su energía y que salga sonriendo, de oír las maravillosas palabras que me han dicho este viernes tras un ritual: “WOW. ME HAS QUITADO LA ANGUSTIA” 

Es un regalo para mis oídos, y un placer para mi emoción. Os hago más felices y eso para mi es mi felicidad.

 

Quiero desde aquí animaros a ver más allá de lo que estamos todo el día escuchando. Os animo a una dieta “hipo informativa”. SE ACABARON LAS NOTICIAS. Adiós a cualquier tipo de información que no vaya a modificar tu vida de manera positiva.

Pruébalo. Yo empecé hace 2 años y medio y… ¡Magia! Mi estado de ánimo mejoró muchísimo.

La montaña rusa emocional que tenemos todos, se mantiene mayoritariamente en un escalestrix de niños. Por supuesto que tengo mis momentos bajos, soy humana y gracias a Dios vivo cada día.

Si mi estado emocional, o el rumbo de mi vida fuese lineal… Estaría muerta. No hace falta estar en camposanto para estar muerto. Con el simple hecho de que no sientas alegrías, no disfrutes, no seas capaz de ver lo maravillosa que es la naturaleza y participar de sus regalos, de su  abundancia… Ya tienes bastante.

Se que con este texto me puedo estar metiendo en algún charco porque no soy políticamente correcta, pero sin malintencionar lo que digo, me preocupa la sociedad en que estamos viviendo y contribuyendo a crear.

Me acojona convertirnos en entes, como esas fotos de los campos de concentración donde se ve a todos sus “habitantes” uniformados, con sus miradas tristes y sus cabezas bajas. Ellos también estaban vivos en ese momento… ¿vivos? sobrevivían a una realidad de mierda.

¡Puedes ser libre! Decide tu postura, tu actitud frente a las cosas, decide porqué acatas una opción y otra según la evaluación de las consecuencias…. DECIDE.

Por favor, por tu bien, prueba este pequeño ejercicio cada vez que te sientas triste. Levanta la cabeza al cielo, relaja los hombros, respira profundo y sonríe. No importa que pienses que no hay un motivo para hacerlo. Tu solo pruébalo. 

Si estás aquí sano y salvo es porque algo superior tiene un plan mejor pensado para ti que tu mismo. No es necesario que lo entiendas, simplemente confía, sonríe y agradece.

La abundancia te rodea, es cuestión de actitud participar de ella.

No te preocupes por lo que no puedes controlar, preocúpate por controlar cómo te afecta.

Ser feliz no es una obligación de moda. Ser feliz es aceptar que la vida sube y baja como la línea del pulso en un monitor de hospital.

Sonreír es aumentar tus defensas. Es emitir en una onda de abundancia.

Y si te parece inútil está acción… haz algo bueno desinteresadamente por alguien que lo necesite. Verás que la vida es amor. Es compartir. Es aceptar. Es vivir en sociedad.

Confía.

Me despido con una pequeña frase sobre todo esto de la felicidad.

“Puede que no tengamos que ser felices, puede que la gratitud no tenga nada que ver con la alegría, puede que ser agradecido signifique estar contento con lo que tienes, apreciar las victorias, admirar la lucha que implica seguir viviendo. Quizás estamos agradecidos por lo que nos resulta familiar y puede que por las cosas que no sabremos nunca. Al final del día el simple hecho de tener el valor de no derrumbarnos, es suficiente motivo para celebrarlo.”

¡Te deseo toda la fuerza del mundo para tomar las riendas de tu vida y de tu estado emocional!

Felices sueños… Ángela Pelayo.

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