Tu cuerpo es tu templo

Buenos y soleados días de domingo.

Estoy sentada en la cama, que es desde donde más me gusta trabajar en el ordenador y me he acordado de la pregunta que más recibo, directa o indirectamente, en mi día a día profesional.

¿Para qué usar cremas si son todas iguales y tengo la genética de mi abuela que no uso nada?

Verás, comenzar con lo primero: ¡No todas las cremas son iguales!

¿Acaso todos los coches son iguales? Sí nos llevan y traen, eso es su función, pero sabes igual que yo que no es lo mismo un Ferrari que un Twingo. Con todos mis respetos a ambos fabricantes.

Con la cosmética pasa lo mismo. Hay miles de productos y no son todos idénticos ni tienen las mismas propiedades, aunque si la misma finalidad: CUIDAR TU PIEL.

Comenzaré hablando de la piel para que puedas entender la importancia de su cuidado. Con palabras de uso cotidiano y símiles caseros, como aplico en mis formaciones a estudiantes de estética, te voy a explicar el maravilloso órgano que cubre nuestro cuerpo.

Nosotras, las esteticistas, trabajamos sobre la epidermis, que es la capa más superficial de la piel. Es la que está en contacto con el exterior, la que nos protege de los daños que podemos recibir (arañazos, quemaduras, infecciones…). Esta epidermis, a su vez, tiene varias capas formadas por unas células que se llaman queratinocitos, y que a medida que su vida va pasando, van ascendiendo de estrato(capa) y cambiando su forma, hasta morir y desprenderse. Entre estas células están los melanocitos (que dan color a la piel) y las células de Langerhans que se encargan de la protección inmune.

Para proteger a todas estás células vivas y necesarias, el cuerpo diseña un manto externo que hace de escudo o armadura. Ese manto tiene agua, aceite(sebo) y unos microorganismos (flora) patógenos y beneficiosos. Este escudo está constantemente cambiando su equilibrio natural porque se encuentra sometido a factores ajenos a él que lo modifican constantemente: contaminación, alimentación, métodos de higiene, el estrés, las hormonas, la genética… ¡y unas cuántas cosillas más!

Y cuando se desequilibra, pierde fuerza y estabilidad, permitiendo entrar daños a nuestras células vivas, y por efectos de la circulación, al resto del cuerpo.

Pondré un caso típico que vemos a menudo, para que entiendas el proceso e importancia de la cosmética:

Si la cantidad de sebo expulsado a este manto aumenta, las bacterias del acné tienen su medio perfecto para proliferar y causar granitos… Cuando tratamos de eliminar esos granitos, se aplican antibióticos y cosméticos que paralizan la producción sebácea. Efectivamente, sin sebo no hay acné. Pero… ¿Qué le sucede al escudo protector si he dicho que lleva sebo y agua? Pues que el agua también desaparece. La piel se deshidrata y por eso comienza a descamarse, a tener tirantez, hay que tener aún más cuidado con el sol, con las depilaciones…

Cuando de manera natural, cuidamos la piel con productos que lleven ingredientes que la mimen y sean para ella específicos, respetando el proceso natural del organismo, conseguimos un manto equilibrado y fuerte. La aplicación diaria de una leche limpiadora y un tónico que respete la microbiota y la hidratación de la piel, regulando la secreción grasa sin paralizarla, las defensas de la piel aumentan ¿por qué? Porque hemos generado un medio natural con su alimento preciso para las bacterias beneficiosas de nuestra piel, que “como aquellos hombres de color blanco y vestidos de policía del Érase una vez el cuerpo humano, nos protegían de los malos”, mantienen a raya a las bacterias patógenas como las del acné.

Entonces… si mantienes una piel fortalecida, también proteges tu organismo. Además, que a través de ella, llegamos a otras partes del cuerpo.

Aplicas una crema, o ampolla que lleve ingredientes quemagrasa, o activadores de las fibras elásticas. A través de los capilares sanguíneos se lleva a las células encargadas de comer ese alimento y realizar su función especifica. Por eso, mis tratamientos reductores siempre han tenido resultados positivos, porque a través del diagnostico y cuidado de la piel, consigo llegar a zonas que con el ojo no veo.

¡OJO! No conseguimos cambiarte. No esperes que una cosmética modifique tu genética. Si tienes 50 años… no va a volverte a los 20. La piel envejece como tiene que ser: nacemos, crecemos, reproducimos y morimos.
Lo que se busca y consigue es crecer y madurar de una manera sana, equilibrada, y bella.

 

Y a partir de aquí… ¡TU DECIDES COMO QUIERES CUIDAR TU VERDADERO TEMPLO Y HOGAR!

 

¡Qué tengas un feliz domingo!

Espero haberte aclarado algo y que hayas aprendido un poquito al menos.

Un placer como siempre, Ángela Pelayo.

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